Conflicto by Pedro Urvi

Conflicto by Pedro Urvi

autor:Pedro Urvi [Urvi, Pedro]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2013-04-24T16:00:00+00:00


Gran Pájaro

Aliana. —Territorio Usik, Tremia Central—

Aliana había sufrido un calvario de noche en la prisión de los Usik. Representaciones explícitas de torturas insufribles habían poblado su mente sin permitirle lograr el descanso que ansiaba. Apenas había conseguido conciliar el sueño. El terrible final que le esperaba acongojaba su alma. La incertidumbre, el desconocimiento de la tortura que sufriría, martirizaban su espíritu.

Con el amanecer llegaron los cánticos y tambores, llenando la atmósfera de un ambiente tétrico. Al escucharlos, los prisioneros que la acompañaban se amontonaron contra la parte posterior de la cárcel de madera y acero, sabedores de que la muerte rondaba. Estaban aterrorizados. Aquellos pobres desgraciados sabían de los rituales de sacrificio.

La puerta de la prisión se abrió de golpe y tres guerreros Usik, armas en mano, entraron con rostros amenazantes. Tras ellos, dos mujeres ataviadas con alas confeccionadas de plumas de ave gigante portaron varias bandejas con comida y fruta fresca. Las situaron sobre el suelo y se retiraron. A Aliana la boca se le hizo agua. Nadie se movió, nadie hizo ademán de acercarse a la comida. El miedo era manifiesto en los ojos de los prisioneros. Los tres guerreros salieron y la puerta se cerró tras ellos. Sin embargo, nadie se acercó a los alimentos, todos permanecieron en la parte posterior de la prisión, acurrucados, algunos incluso temblando.

Los tambores volvieron a retumbar, los cánticos llenaban las alturas de voces agudas y afinadas, femeninas. Aliana observó la deliciosa comida. «Estoy condenada a muerte, qué más da lo que teman estos infelices, mejor me alimento y recupero fuerzas por lo que pueda venir. Estoy demasiado débil para enfrentarme a peligro alguno, he de recobrar fuerzas».

Sin pensarlo más se abalanzó sobre la comida y la devoró cual hambriento animal salvaje. Los ricos sabores y los penetrantes olores llenaban sus sentidos. Nadie la imitó. Todos los prisioneros la miraban en silencio. Tras saciarse, se sentó con la espalda contra la pared y durmió lo que la noche le había negado. Al despertar, contempló cómo otro de los prisioneros comía junto a ella. Pertenecía a una raza que Aliana no conocía, de cabello rubio y rizado en caracolillos sobre una piel de puro ébano. La contraposición le resultaba atrayente y chocante al mismo tiempo.

«Veo que tú tampoco has podido reprimirte, ¿verdad?».

El prisionero, como si hubiera leído sus pensamientos, le lanzó una suplicante mirada y continuó comiendo. Al finalizar se sentó junto a ella, la resignación era visible en su rostro, lo cual le extrañó. La puerta se abrió de repente y los tres guerreros Usik entraron con brusca decisión. Se situaron frente a ellos dos y sin mediar palabra se los llevaron a rastras, tirando de sus cabellos.

Y, en ese momento, Aliana se dio cuenta de lo que había hecho. «¡Argh! ¡La comida era una trampa! Por eso no la tocaba nadie. He sido una tonta, esto me va a costar muy caro… ¡Qué necia!».

Aliana chilló de dolor pero el Usik que la arrastraba por el cabello no mostraba la más mínima compasión.



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